36Mocomoco, 21 de octubre de 2005
En el país de los bloqueos:
La semana pasada decía que estaba a punto de saltar el conflicto en el país, es como cuando uno ve el cielo negro y sabe que pronto va a llover. A los dos días de nuevo han empezado los bloqueos. ¡Que curioso es este mundo! Bolivia es el segundo productor de gas del continente americano y resulta que las garrafas no llegan a las casas. Digamos que por extrañas circunstancias “el gas se ha hecho gas”, bueno, lo que realmente ocurre es que se lo llevan a vender al triple de precio a Perú, de contrabando claro.
La gente se hartó y bloquea de nuevo las carreteras. En estas me encontraba camino de La Paz hacia El Alto y me he visto bloqueado en medio de la autopista. Siempre que hay bloqueos me pongo un poco nervioso porque revivo en mi todas las circunstancias de la muerte de Francis.
He tenido que volver a La Paz y esperar a que se levante el bloqueo, al caer el día he podido llegar a casa. A la mañana salía para Mocomoco y de nuevo seguían los bloqueos en El Alto, pero por suerte como me conozco esta ciudad he podido ir sorteando y por fin encaminarme a las parroquias.
En las guarderías hace una semana que estamos cocinando con leña, y para colmo tenemos la luz cortada de ocho de la mañana a siete de la tarde. Ahora sólo falta que nos corten el agua y ya hacemos el pleno. Bueno el pleno total sería que mi coche fuera diesel, entonces si que estaría fregado del todo. Con el diesel pasa lo mismo que con el gas. Bienaventurados los que sufren:He llegado a la parroquia y después de haber dejado los seis sacos de harina, azúcar y arroz en la guardería nos hemos reunido para dar la catequesis.
Como estaba un poco bajo de moral agarré la Biblia y abrí el Evangelio de Mateo, busqué las Bienaventuranzas y se las he ido explicando. Siempre que leo este texto se me llena el corazón de esperanza, sobre todo porque se habla de un mañana feliz para todos aquellos que verdaderamente sufren y lo pasan mal porque están al otro lado, aquellos que no cuentan, aquellos de los que se nos llena la boca hablando de ellos pero que rara vez compartimos su destino. No se como se sentiría Jesucristo cuando les habló de las Bienaventuranzas, pero yo sentado en la puerta de la iglesia, porque dentro como no teníamos luz no veíamos nada, me he sentido como alguien que les daba algo más que leche, azúcar, ropa, juguetes, etc… sentado en medio de ellos, y ellos en el suelo escribiendo las bienaventuranzas era como enseñarles algo puro, alejado de cualquier interés, era como enseñarles que pueden ser felices si saben mirar con el corazón, que a pesar del yugo de la pobreza no puede arruinar su vida lamentándose de que son pobres sino que la felicidad está en el corazón de cada uno. Después les he enseñado nuevas antífonas que hemos cantado en la misa. Pregunté que quien quería leer las lecturas y levantaron varios la mano, así da gusto. Porque recuerdo que cuanto estaba en el equipo de misiones en España la dificultad que era encontrar a alguien que quisiera leer. Me gusta que poco a poco pierdan el miedo a la gente.
Hoy no te acostarás sin cenar:
Después de la misa les he puesto una película como siempre, y hemos ido a ver el bebé de Eugenia, por fin nació y fue niña. Esta chica limpia la iglesia y ahora que no puede va a venir su marido, he ayudado a esta pareja que estuvo a punto de separarse, y ahora tienen una pequeña tienda-restaurante y todo va viento en popa. Hace tiempo les hice un pequeño préstamo para que pudieran empezar. Creo que ese es el uso más bonito que se le puede hacer al dinero, dárselo a otros para que cumplan sus sueños. Porque un juguete, un abrigo, un desayuno, al fin y al cabo es tapar agujeros aunque necesarios, pero apoyar un microproyecto eso es apostar en futuro, eso es decirle al destino que no tiene la última palabra.Al volver tenía una charla pendiente con una de las jóvenes de la parroquia, es el caso común de chica que no va a tener oportunidad de seguir estudiando porque su familia no puede pagarle los estudios, y aunque lo tuviera estos adultos no entienden que la mejor herencia que se puede dar es una carrera universitaria (Gracias papá y mamá por haberme enseñado esto y por haberme dado la oportunidad de estudiar y no de ponerme a trabajar para ganar un poco de dinero, pues mi riqueza va conmigo, nadie me la puede quitar). Le dije a la chica que si hablábamos, ella me dijo que hacía tiempo que quería hablar. Pero de paso la invité a cenar, y así no cenaba solo. Le pregunté que sino cenaba conmigo que si iba a cenar algo, me dijo que no, que se acostaba así no más. Recuerdo las películas esas en las que castigan a los niños sin cenar y a la cama, y me pregunto ¿por qué estos niños y jóvenes están castigados todas las noches? Durante la conversación con esta chica la he disuadido de que vaya a trabajar a La Paz, que para eso hay tiempo, le dicho que le voy a ayudar en sus estudios, y no solo a ella, sino a todos aquellos que quieran estudiar y tener un futuro, supongo que esto es lo quería el padre Francis cuando construía la universidad.
No sé, pero quizá creo que la mejor inversión en esta misión es cimentar la formación de los jóvenes y niños, pues es la única manera de asegurar un mejor futuro.Mientras tanto sigo añadiendo niños al programa de salud, pues tenemos dos nuevas niñas que tienen parásitos en el estómago y no hay manera de acabar con ellos con la medicación que le damos.
Esta semana llevamos a una niña al oftalmólogo y resulta que tiene glaucoma, para contrastar la opinión de que con ocho años tiene el ojo perdido, me fui a otro especialista y todavía fue peor la cosa, no hay esperanza ni siquiera para un trasplante de cornea pues tiene herido el fondo de ojo. Le hemos puesto gafas para el otro ojo, por cierto para colmo la pobre niña es epiléptica, le estoy pagando la medicación porque para su familia es imposible.
Mañana seguiré visitando comunidades, como siempre acompañado de mis leales amigos los niños.He visitados dos comunidades que desde Mocomoco tardo en llegar dos horas y media en coche, sinceramente cada día que pasa mi cuerpo siente más los baches de estos caminos y los cambios de altitud y de temperatura. Hoy comencé a 3.000 metros y con calor, llegué a los 4.300 y hacía mucho frío, y luego claro está la vuelta. Ahora he cambiado mi coche por el Toyota landcruiser que es como ir en un tanque, la única ventaja de este coche es que puedes pasar por donde quieras pero los ingenieros no pensaron mucho en la amortiguación. Ya le he dicho a mi familia que para reyes me envíen un cinturón para los riñones, jamás en mi vida pensé en pedir un regalo así.Esta noche de nuevo no estuve solo, vino la cocinera de la guardería con una cena ya preparada y junto con seis niños hemos cenado juntos en mi casa.
Desde que fui ordenado he vivido en comunidad con otros sacerdotes, y los laicos estaban siempre fuera de nuestras casas, todavía recuerdo el lío que monté en dos de nuestras casas cuando quise llevar a cenar en Navidad a enfermos de sida con los que trabajaba. Hoy mi comunidad son los laicos, con ellos río, con ellos como, con ellos comparto la misión, todo hasta las nueve de la noche. Hemos reído sobre todo porque les hace mucha gracia lo de tripárroco, es que durante este mes de octubre me estoy encargando de las tres parroquias, claro está que el número de misas es un tanto elevado, de media salgo a tres por día, aunque cansado lo más bonito es que los niños están a mi lado en todas las misas, tres o cuatro, las que haya que celebrar, ahí están ellos.
Ahora recuerdo mi época en el seminario en la que a muchos seminaristas se les hacía cuesta arriba estar todos los días en una misa. O recuerdo mi época de parroquia cuando el que tenía que decir dos misas era como un gran sacrificio para el que le tocaba. Que curiosa es esta vida ¿verdad?Hoy es el DOMUND, domingo mundial de las misiones, y esta es la segunda vez que lo paso en un país del llamado Tercer Mundo. Hoy el Señor me regaló la iglesia de Italaque casi llena y pleno en la de Mocomoco. Les hablé de que todos tenemos que ser misioneros que no solo “el padre” está para anunciar el Evangelio, sino que todos los bautizados. Pregunté que cómo era posible que yo dejara un país rico, mi familia, mis amigos, mi cultura, todo por venir a Bolivia, y un joven del fondo de la iglesia se levantó y me dijo que yo hacía todo eso porque quería anunciarles la Palabra de Jesucristo. Después hemos preparado comida para 54 niños y jóvenes, hoy preparamos algo rico, y al final una chica me dijo: “¡padre! Usted es como una madre para nosotros”.
Lo decía por darles de comer y porque les estoy repartiendo la ropa que Cinta ha dejado. Mañana de nuevo visito comunidades y luego marcharé al Alto si el tiempo lo permite porque de nuevo han empezado las lluvias.
Unidos en la oración
Diego J. Plá cm |
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