35 Mocomoco, 9 de octubre de 2005


Sólo para los más fuertes:


Durante estas dos semanas hemos reiniciado las visitas a las comunidades de las dos parroquias. Hemos tenido la suerte de conocer nuevas comunidades pero sobre todo de sufrir físicamente para llegar allá donde esta vez no llega la Coca Cola para poder anunciar la Buena Noticia del Evangelio. Digo lo de la Coca Cola porque el año pasado en la selva para sorpresa nuestra allí estaba la chispa de la vida. Pero esta vez no, esta experiencia estaba solamente reservada para los más fuertes, y no es que exagere, porque durante un año he caminado por estas montañas andinas, pero nunca en mi vida pensé que ser misionero iba a poner en cuestión mi fortaleza física hasta tal extremo. Durante estas dos semanas hemos visitado ocho comunidades, pero me detendré en una en especial.

Supongo que cuando Jesucristo habla del descenso a los infiernos se refiere a una comunidad llamada Liani que pertenece a la parroquia de Italaqu. El difunto padre Francis me hablaba de lo difícil de esta comunidad, que había que estar andando un día entero y que era agotador. Pero yo nunca pensé que podría llegar a llorar de sufrimiento, bueno por fuera no lloré porque pertenezco a la raza en extinción del macho ibérico, pero por dentro ya lo creo que si lloré, y más aún, me acordé de todos aquellos sacerdotes que viven tranquilos y con una figura física que dista mucho del testimonio evangélico, pues nunca podré imaginarme a un Cristo gordo colgado de una cruz. La comunidad en cuestión está en el fondo de un valle, y el camino en coche que nos deja más cerca de ella queda a tres montañas. Total que hay que descender por una pendiente de un 80% y claro cada paso que das y miras atrás sabes que va a haber que subir dentro de unas horas y eso va a ser más costoso. Llegamos a la comunidad y celebramos varios bautizos y un matrimonio, y acto seguido emprendimos la ascensión, hasta que a doscientos metros de donde estaba el coche mis músculos dijeron basta, los cuadriceps se estaban montando, yo solté la mochila en la que llevaba el maletín de misa, rosarios y dulces para los niños porque ya mi cuerpo no podía más, pues horas antes le había dicho en repetidas ocasiones que hiciera un esfuerzo más, pero como es esto del cuerpo humano, ya que no podía con mi alma, me puse esos metros que quedaban a gatear como en los años de recién nacido, la misión era llegar al coche como fuera, y se logró. Cuando estoy tranquilo en casa y pienso el esfuerzo físico que exige esta misión, pues hay que subir y bajar montañas, subir en un mismo día de tres mil a cinco mil metros y volver a bajar, la mala alimentación, etc… entiendo porqué nadie quiere venir aquí, entiendo porqué los conquistadores españoles se fueron, porqué los jesuitas que siempre triunfan se marcharon de Mocomoco, entiendo porqué ni los propios bolivianos quieren venir, entiendo como el padre Francis se fue consumiendo poco a poco, entiendo muchas cosas, pero esta vez no lloro por dentro sino que me río de todo y me digo, “muchacho esto es sólo para los fuertes”, o como diría el Evangelio “muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Aparte de las varias obras sociales que llevamos adelante en las parroquias, para no variar hemos ampliado una más, pero es que no podía negarme, la situación es que muchas madres al estar desnutridas no tienen ni siquiera la leche materna que darle a sus bebés por eso nos hemos comprometido con cinco bebés hasta que tengan al menos un año de vida en proporcionarle leche materna. Las dos fotos que envío son de esos bebés, llama la atención la carita del bebé que está solo, pues de los gemelos llama más la atención la cara de la madre y de sus dos hermanos mayores que pasan bastante hambre. Estuvieron en mi casa y aproveché la ocasión para darles alimentos para toda la familia.

Y hablando de bebés espero que no se hayan olvidado de Juan Diego, el pequeño al que salvé de la muerte el día que yo hacía diez años de sacerdote. Pues bien, nuestro pequeño ya tiene una familia que le quiere mucho. A la gente de Mocomoco le he dicho que está en Italia, pero en verdad se ha quedado en Bolivia y no le va a faltar de nada, pues cariño tiene mucho y eso es lo primordial, de los temas materiales estará cubierto, ya nos hemos encargado de ello. Si Dios quiere pronto le bautizaremos.

De Mocomoco decir que ya hemos empezado la catequesis de confirmación y continuamos con la de comunión, hay un grupo de jóvenes que poco a poco sigue creciendo y parece que se están tomando en serio su preparación por la efectividad en la asistencia a misa diaria y al catecismo como decimos nosotros.

De la escuela de fútbol tengo que decir que ya hemos cerrado las inscripciones hace tiempo porque son muchos los niños y jóvenes que tenemos. Pronto haremos una salida a La Paz a jugar nada más y nada menos que contra el equipo The Strongers que sería como mi Atlético de Madrid del alma. Les hicimos la petición y han accedido a que juguemos con ellos en un entrenamiento. Para los niños y jóvenes de Mocomoco e Italaque esto va ser como un sueño, pero para eso estamos nosotros para que los pobres puedan ver cumplidos sus sueños, esto de ser el mago de la lámpara de Aladino es algo muy bonito. Quizá en la vida llega un momento en que uno tiene como labor favorecer que los otros cumplan sus sueños. Y este sueño se lo dedico a mi hermano Francis porque este sueño lo quería realizar él.

Y para finalizar decir que seguimos aumentando niños en nuestros desayunos escolares, cada día estamos dando de desayunar a casi 1.400 niños de cinco a doce años. De esto me siento realmente orgulloso, y se lo debo a ustedes. Ahora ando liado con una idea que tenía hacía tiempo, quiero que en esta Navidad en vez de comprar juguetes para los niños, quisiera fabricar un abrigo impermeable por fuera y con forro polar por dentro, es que en nuestra zona llueve tanto y hace tanta humedad que los pobres niños no tienen nada que ponerse, bueno sí su chompita estilo queso gruyere (jersey), sus pantalones a juego, y su albarcas con los pies al aire. He estado haciendo cotizaciones y en un principio haría unos 270 abrigos por 1.300 $, seguiré buscando fábricas pero creo que al final habrá que hacerlo pues es una prenda que ningún niño tiene y es muy necesaria.

Y ahora sí que acabo, quisiera en esta crónica despedir a Cinta que el próximo lunes pone rumbo a nuestra querida España. Ella ha estado un mes y medio más con nosotros en la misión. Aunque se que te han comido viva las pulgas, CINTApues los mosquitos mueren de infarto a estas alturas, que añoras poder comer bien, no pasar tanto frío, y no estar tan cansada físicamente, se que te vas con pena y con tristeza, porque esta misión termina enganchando a los que saben ver más allá de la realidad, se que tu experiencia de la misión en este mes ha sido distinta que en agosto pues has podido estar cercana a la realidad de las comunidades. Los niños de Mocomoco, se acordarán de “la sinta” como dicen ellos porque llevan ya una semana preguntándome por tu marcha. Se van dos brazos muy útiles y de nuevo me vuelvo a ver solo, y lo que es más triste con las puertas cerradas, quien tenga oídos que oiga.


Unidos en la oración

Diego J. Plá cm